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El fantasma de Chinchero

Adenda de Chinchero era una estafa para el Perú: convertía al Estado en el banco de Kuntur Wasi a cambio de nada. Perú podría perder USD 265 millones en arbitraje. Cusco pierde USD 100 millones anuales por falta de aeropuerto.

La adenda al contrato de concesión del aeropuerto de Chinchero era en extremo lesiva al interés público, y una de las peores negociaciones del Estado peruano con un consorcio privado. La adenda convirtió un mal contrato en un atentado a las asociaciones público privadas (APP).

El propósito de la APP de Chinchero era que el ganador de la licitación, Kuntur Wasi, construyera el aeropuerto a su cuenta y riesgo a cambio del usufructo de la concesión durante 40 años. En teoría, Chinchero debería haber sido una APP en que ganaban tanto el sector público como el concesionario. Ganaba el sector público porque el grueso del financiamiento, poco más del 71%, recaía en manos privadas, lo cual permitía construir el aeropuerto con menos recursos que como obra pública. Ganaba el concesionario porque tenía la concesión de un aeropuerto con flujo turístico poco menos que asegurado durante cuatro décadas.

Kuntur Wasi ganó la concesión en abril de 2014 ofreciendo USD 265 millones por la construcción del proyecto mientras que sus competidores ofertaron  USD 348 y  USD 411 millones. De acuerdo con el contrato, el Estado debía pagar  USD 265 millones a Kuntur Wasi más intereses. Se determinó pagar intereses pues los pagos se realizarían a partir del año sexto de la concesión, una vez que el aeropuerto ya estuviera concluido y en operación. Fíjese que en el contrato de concesión el Estado no le devolvía un centavo de los USD 265 millones a Kuntur Wasi antes de que el aeropuerto estuviera terminado.

El contrato era malo por dos razones. La primera era que no fijaba la tasa de interés que debía utilizarse para pagarle a Kuntur Wasi. La segunda es que no ponía un límite al tiempo que tenía Kuntur Wasi para conseguir financiamiento para el proyecto. Sin embargo, de acuerdo con el contrato, el Estado tenía absoluta libertad para aceptar o rechazar la propuesta financiera que realizara el concesionario. En otras palabras, a pesar de que el contrato no fijaba la tasa de interés, sí le daba al Estado toda la ventaja en la negociación de los términos del cierre financiero con el concesionario.

En julio de 2016, Kuntur Wasi hizo una propuesta de cierre financiero que implicaba una tasa de interés superior al 22%. De acuerdo con su propuesta, Kuntur Wasi planteaba que el Estado les pagara USD 587 millones en intereses además de los USD 265 millones originales. En mi opinión, la propuesta de Kuntur Wasi era leonina e inaceptable. El Estado peruano puede endeudarse a una tasa de interés cercana al 7%. ¿Qué sentido tendría para el Estado pagar 22% de interés? En efecto, la propuesta de Kuntur Wasi fue rechazada en noviembre del 2016 por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, entonces liderado por Martín Vizcarra,  porque era perjudicial al interés público.

Lo más sensato, entonces, hubiera sido que Kuntur Wasi realizara una nueva propuesta financiera. A lo mejor 7% estaba fuera del alcance del consorcio, pero ciertamente lo razonable era que Kuntur Wasi pudiera encontrar financiamiento a menos de 10% pues tenía una concesión con ingresos cuasi asegurados.


Sin embargo, lejos de realizar una nueva propuesta financiera, Kuntur Wasi comenzó a negociar una adenda con el Estado peruano la cual se firmó en febrero de 2017. La adenda de Chinchero fue enormemente perjudicial al interés público por varias razones.

1. En primer lugar porque la adenda convertía al Estado en el banco de Kuntur Wasi a cambio de nada. En efecto, de acuerdo con la adenda, Kuntur Wasi ya no corría con el riesgo ni la obligación de conseguir financiamiento porque el Estado le iba a pagar conforme se avanzara la obra. Más aún, en la adenda se estipulaba que Kuntur Wasi recibiría un adelanto de USD 40 millones que no estaba contemplado en el contrato original. A pesar de estos claros beneficios para Kuntur Wasi, la adenda mantuvo el plazo de 40 años de usufructo de la concesión.

2. Con la adenda, más del 80% del financiamiento del proyecto lo hubiera realizado el Estado. Así, la adenda poco menos que convirtió a Chinchero en una obra pública, pues el grueso de los recursos para construir el aeropuerto hubieran salido del erario nacional. Además, a diferencia del contrato original, con la adenda Kuntur Wasi recuperaba sus USD 265 millones antes que el aeropuerto estuviera terminado. Uno se preguntaría, entonces, ¿para qué se necesitaba concesionar el aeropuerto a Kuntur Wasi si con la adenda gran parte de los riesgos financiero y constructivo recaían sobre el Estado? Considero que la adenda desfiguraba el carácter de APP del contrato original.

3. La adenda coloca a Kuntur Wasi en una clara posición de ventaja de cara a cualquier disputa de arbitraje internacional. No hay duda que el contrato original era malo. Pero, en el contrato original, el Estado tenía la sartén por el mango pues tenía entera potestad para rechazar una propuesta financiera inconveniente. En cambio, con la adenda Kuntur Wasi tenía derechos y beneficios de los que no disfrutaba.

4. La adenda sentó un lamentable precedente para las APPs. La razón es que si hay un concesionario en problemas financieros en otra APP en el futuro, entonces se podría esperar que el Estado le saque las castañas del fuego como intentó hacerlo en el caso de Kuntur Wasi.

5. El fiasco de Chinchero hará harto difícil destrabar otros proyectos paralizados. La razón es que en el caso de Chinchero, el gobierno de Kuczynski actuó como si estuviera trabajando a favor del concesionario. Es probable, entonces, que mucho de lo que vayan a hacer el gobierno de Vizcarra y los sucesivos esté sujeto a enorme escrutinio público pues se ha generado desconfianza. El enorme escrutinio va a demorar o hacer muy difícil el destrabar otros proyectos por el resquemor natural de los funcionarios públicos a ser criticados o denunciados.

6. La adenda fue un torpedo para la institucionalidad de Ositran. Es inexplicable que los directores Alfredo Dammert y César Balbuena le hayan dado luz verde a la adenda en contra de todos los informes técnicos de Ositran. Es lamentable que Patricia Benavente haya tenido que renunciar a Ositran al no verse respaldada por Dammert y Balbuena. Muchos profesionales se preguntarán para qué hacer bien el trabajo, oponiéndose a adendas como la de Chinchero, si al final igual éstas se aprobaran por razones que nadie entiende.

7. La controversia pública sobre la adenda forzó la renuncia del entonces vicepresidente Vizcarra a la cartera del MTC. Hoy, que Vizcarra es el Presidente, no hay duda que el fantasma de Chinchero lo acompañará hasta el final de su administración. ¿Cómo explicar los audios en que Vizcarra, Alfredo Thorne y Fernando Zavala presionaban al ex contralor Edgar Alarcón para que no se opusiera a la adenda? ¿No son acaso esos audios una vergüenza para la moral pública? ¿Quiénes se beneficiaron con la frustrada adenda de Chinchero además de Kuntur Wasi?

8. El ex gobierno de Pedro Pablo Kuczynski dio marcha atrás con la lesiva adenda de Chinchero debido a la airada reacción ciudadana. Pero, el costo económico de la adenda de Chinchero es enorme.Para comenzar, Kuntur Wasi ha acudido a un arbitraje internacional en junio de 2018 que podría costarle al Estado peruano más de USD 265 millones. En segundo lugar, Cusco seguirá esperando por un nuevo aeropuerto por un tiempo indeterminado. Bajo el supuesto que ello significa que la región reciba 200,000 turistas menos por año, el fiasco de Chinchero le cuesta al Cusco  USD 100 millones anuales en ingresos perdidos.

Nicholas Asheshov ha formulado serías críticas al proyecto en su artículo "Chinchero - Lost in the Clouds of Poor Engineering and Bad Finance". Es el momento de re-pensar si la pampa de Chinchero es el mejor lugar para un aeropuerto internacional. Así, algo bueno saldrá del asunto Chinchero.

Juan Mendoza, 9 de setiembre de 2018.

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