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El Sol de los Incas

El Perú perdió la mitad del ingreso nacional en la Independencia y durante la Guerra con Chile. El costo económico de la corrupción supera USD 30,000 millones desde el 2000.

¿Cuál ha sido el desempeño económico del Perú desde el 28 de julio de 1821? ¿Cuánto perdimos en la Guerra con Chile? ¿Cuál ha sido la herencia económica del velasquismo? ¿Cuánto nos cuesta la corrupción? ¿Cuáles han sido las barreras al desarrollo de la República?

De acuerdo con Arnold Toynbee, el Perú precolombino fue una de las grandes civilizaciones del mundo antiguo. Después de la Conquista española, el Virreinato del Perú fue el centro político, económico y cultural de América del Sur durante 300 años. La Universidad de San Marcos tenía más de 80 años cuando Harvard se fundaba en Boston. En la Europa del siglo XVI, se acuñó la frase “Vale un Perú” inspirada en la riqueza fabulosa de nuestra tierra. A inicios del siglo XIX, nuestro ingreso per cápita era similar al de Italia o España y alrededor de la mitad del de Inglaterra. ¿Por qué, entonces, es el Perú de hoy un país subdesarrollado?

La primera barrera que enfrentó la República del Perú fue la desmembración territorial y la pérdida de población que trajo la independencia. El territorio actual es menos del 60% del que tenía la Audiencia de Lima en 1810. José de la Mar, que fue Presidente entre 1827 y 1829, había nacido en lo que hoy es Cuenca en Ecuador. Ramón Castilla y Guillermo Billinghurst nacieron en Tarapacá y Arica. Además, la Independencia significó el colapso de la burocracia y administración coloniales. Según datos de Bruno Seminario y María Alejandra Zegarra, el ingreso por habitante se contrajo en 49% entre 1808 y 1822.

La segunda barrera del desarrollo del Perú fueron las invasiones extranjeras en el siglo XIX: el ejército gran-colombiano de Bolívar en 1828; las fuerzas chileno-argentinas en 1839 para frustrar la reincorporación del Alto Perú; pero, sobretodo, la Guerra con Chile. Entre 1878 y 1883, el producto nacional cayó a la mitad como consecuencia de la ocupación de Lima y la destrucción causada por el invasor del sur. Peor aún, el Perú perdió en la Guerra del Pacífico sus más ricas provincias: Arica y Tarapacá.

Sin embargo, la principal barrera que ha tenido el desarrollo de la República del Perú hemos sido los propios peruanos. Una y otra vez, la mayoría de nuestros gobiernos han sido ejemplo de despilfarro y robo de los recursos públicos. El enorme ingreso del guano se esfumó en corruptelas con los consignatarios y en elefantes blancos como los ferrocarriles del estafador Henry Meiggs. La “prosperidad falaz” del guano nos dejó un criminal endeudamiento público ad portas del conflicto con Chile.

Los gobiernos militares entre 1968 y 1980 pusieron en práctica políticas socialistas: masivas nacionalizaciones, regulaciones asfixiantes y barreras al comercio internacional. Durante los gobiernos de Juan Velasco y Francisco Morales-Bermúdez, la deuda pública se disparó de 16% del producto nacional a 58% para financiar proyectos sobredimensionados y con sopreprecio, como el Oleoducto Nor Peruano, o en gasto militar desmedido. Los gobiernos democráticos durante la década de 1980 continuaron con el velasquismo económico con funestos resultados: el ingreso per cápita del Perú en 1990 era 25% inferior que en 1967. Peor aún, la criminal agresión terrorista de Sendero Luminoso puso en riesgo la continuidad del Estado peruano.

En las últimas dos décadas, varios de nuestros presidentes han sido parte de una banda criminal liderada por empresas extranjeras, como Odebrecht y OAS, y nacionales, como Graña y Montero. Alejandro Toledo, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski vivirán por siempre en la Historia Universal de la Infamia: fueron colaboradores en el asalto al país en la Interoceánica Sur, el Gasoducto del Sur, Olmos y la Vía de Evitamiento en Cusco, entre otros. Estos traidores fueron ayudados por una vasta red de inmorales a sueldo entre los que figuran políticos, empresarios, economistas, abogados, y periodistas. La perdida social de la corrupción supera los USD 30,000 millones desde el 2000.

Pero, el Perú vence sus dificultades; siempre renace, cual Ave Fénix, de las cenizas de la derrota. Entre 1895 y 1970, nuestro país creció más rápido que sus vecinos y eliminó la ventaja en ingreso per cápita que Chile nos había sacado. Desde 1990, hemos multiplicado nuestro ingreso por más de tres y nuestras exportaciones por diez. Tenemos la inflación más baja de la región desde el 2000. El Perú volverá, eventualmente, a ocupar el lugar de preeminencia que la historia sugiere le corresponde.

Queda aún una alta montaña por escalar. Es urgente erradicar la inaceptable desigualdad en oportunidades e ingresos: 22% de pobres, 75% de anemia infantil en Puno, ingreso promedio en Apurímac inferior a 650 soles mensuales. Nuestra generación tiene la obligación de aniquilar a los corruptos.

Es breve el tiempo que cada uno de nosotros tiene sobre la tierra. Pero, la Nación peruana es resistente y perdurable. El Sol de los Incas siempre brillará sobre nuestra querida Patria.

Juan Mendoza, 29 de julio de 2018.


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