Habría 31.2 millones de habitantes en el Perú. Pero, no se censaron más de 1.8 millones. El porcentaje de población omitida es el mayor en 78 años.
El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) ha publicado los primeros resultados del Censo de Población de Octubre de 2017. Según el INEI, la población del Perú el año pasado fue de 31 millones 237 mil 385 personas. ¿Qué lecciones centrales nos dejan los resultados censales?La primera lección es que la confiabilidad misma del Censo 2017 está en tela de juicio. La razón es que la proporción de población omitida respecto a la población total, que es una medida estándar de la calidad de un censo, es la más alta desde 1940. En efecto, según los resultados disponibles en goo.gl/whaVkq, solo se censó a 29 millones 381 mil 884 personas mientras que poco más de 1 millón 855 mil personas es población omitida. Ello implica que la población omitida en el Censo 2017 llegó a 5.9% del total.
Como comparación, en los censos de 1993 y 2007, la población omitida representó 2.6% y 2.9% del total, mientras que fue inferior al 5% en los censos de 1961, 1972 y 1981. Hay que retroceder 78 años, hasta el censo de 1940, para encontrar una proporción de población omitida mayor que la del Censo 2017. ¿Por qué se incrementó la tasa de población omitida a pesar del mayor presupuesto y avances tecnológicos disponibles el 2017?
Bajo el supuesto que los resultados del INEI son confiables, la segunda lección del censo es el rápido descenso en la tasa de crecimiento de la población que ha llegado a 1% entre 2007 y 2017. Entre 1961 y 1981, la población creció 2.7%. El crecimiento poblacional fue de 2% entre 1981 y 1993 y descendió a 1.6% entre 1993 y 2007. La caída en el crecimiento de la población tiene como explicación fundamental la reducción en la fertilidad: el número de hijos por mujer ha pasado de 6, a inicios de los años 60, a cerca de 2.5 en el presente.
Si la tendencia declinante en la fertilidad continúa, se puede inferir que la población peruana será inferior a los 41 millones el año 2050. El crecimiento más lento de la población tiene varias implicancias económicas: una menor expansión de la demanda de inversión como consecuencia de la reducción en la demanda por casas, una caída en la tasa de crecimiento económico y una tendencia a la baja en la tasa real de interés de largo plazo.
Asimismo, la dinámica poblacional en el Perú sugiere que, incluso si el ingreso per cápita continuara creciendo en décadas venideras, el tamaño relativo de la economía peruana será moderado en la región. Venezuela, que hace 50 años tenía 25% menos gente que el Perú, ya nos superó en población. Colombia tiene 58% más de habitantes. Con un mercado interno más bien pequeño, los negocios peruanos deberán mirar al exterior si quieren encontrar oportunidades de crecimiento sostenido.
La tercera lección central del censo es el cambio en la estructura de edades: la población peruana está envejeciendo rápidamente. El índice de envejecimiento, definido como el número de personas mayores a 60 años como proporción de los menores a 15 años, ha aumentado de 29.9% a 45.1% entre el 2007 y el 2017. Asimismo, en la última década, la fracción de personas mayores a 60 años sobre el total de la población ha aumentado de 15.1% a 19.3%.
Los datos sugieren que, al igual que otros países en América Latina y Europa, el Perú se dirige hacia un equilibrio con muchos menos niños y muchos más viejos. Ello implica que la política educativa deberá re-enfocarse radicalmente: en pocos años muchos de nuestros colegios albergarán pocos estudiantes. Además, los esquemas de jubilación deberán repensarse de raíz porque no habrá suficientes jóvenes para mantener a los viejos y porque la vida durará más. Es probable que no tenga sentido fijar una edad de jubilación porque cada vez un mayor número de viejos podrá seguir siendo productivo. Una población más vieja aumentará la demanda por provisión pública de salud.
Dejo para un próximo artículo las lecciones del censo en relación a la migración interna y la distribución espacial de la población.
Juan Mendoza, 1 de julio de 2018.